Discordia entre hermanos

 Enfoque

Por Felipe Román

Amable lector, usted sabe que en este mes han ocurrido hechos espeluznantes que no han dejado indiferentes ni siquiera a los llamados en España “Pasotas”, personas con escaso o ningĂşn interĂ©s ante los acontecimientos que ocurren en nuestra vida cotidiana.

Y estos hechos espeluznantes es prácticamente seguro de que usted se haya preguntado mentalmente: ¿Cuáles serĂ­an las reales motivaciones que tuvieron esas personas para cometerlos? Y le felicito por pensar de esa manera, debido a que en la medida de lo posible debemos tratar nosotros mismos de descubrir las motivaciones de cualquier tipo de hecho que nos resulte extraño, ya sea estĂşpido u horripilante. Y hacer caso omiso de las explicaciones banales de un montĂłn de "tĂ©cnicos faranduleros", con ostensible falta de sabidurĂ­a psicolĂłgica profunda que les permita explicar alguno de estos hechos.

Veamos ahora lo que es motivaciĂłn: son aquellas causas conscientes o inconscientes que impulsan a una persona o grupo de personas a tener una conducta X, sea muy llamativa o intrascendente.

AsĂ­, por ejemplo, podrĂ­amos preguntarnos ¿Cuáles motivos tuvo Sancho Panza para acompañar a Don Quijote en sus aventuras, aun creyendo que no estaba cuerdo? La respuesta es muy interesante porque es lo que suele acontecer en nuestro diario vivir, con muchas personas que consideran sus vidas monĂłtonas, aburridas e infelices, razĂłn por la cual suelen tener fantasĂ­as de que algĂşn dĂ­a, de una manera “milagrosa”, sus vidas cambiarán, y que de la noche a la mañana pasaran a ser personas "importantes".

Sancho Panza tenía una vida que podemos denominar como monótona, incolora y aburrida. Así que cuando aparece Don Quijote con promesas brillantes, Sancho no lo piensa dos veces y decide seguirlo, aun cuando el mismo se decía: "Este amo mío está muy loco y yo más rematado aún que le sigo".

Nos hemos referido de manera somera al tema de las motivaciones, debido a que así a usted le será más fácil percibir el asunto de la discordia entre hermanos.

Se suele creer que el Ăşnico motivo de discordia entre hermanos se origina en los conflictos por la reparticiĂłn de la herencia, en caso de que esta existiese. Sin embargo, aunque ese es ciertamente el motivo que ocurre con mayor frecuencia, no es el Ăşnico. Existen otros de manera solapada, como el deseo de poder tener dominio sobre los otros hermanos, la envidia, la codicia y otros.

En la literatura universal, tenemos la muy conocida obra Hamlet de William Shakespeare. En esta como suele ocurrir con muchas personas que dicen ser creyentes, antes o después de cometer un acto atroz, se ponen a orar de manera individual, o participan en lo que en las iglesias llaman culto de oración, como por ejemplo sabemos de la señora que momentos antes de decapitar a su hijita, había participado de manera efusiva en un culto de oración.

En el caso de la mencionada obra “Hamlet”, Claudio habĂ­a matado a su hermano que era el Rey, con la finalidad –motivaciĂłn- de usurpar el trono de su hermano y tambiĂ©n apoderarse de su mujer –con quien se casĂł-, la cual ciertamente era muy bonita y sensual. El asunto es que este criminal se sentĂ­a ser creyente, razĂłn por la cual intentĂł hacer una oraciĂłn a Dios de la manera siguiente: Escena XX11 “¡Oh mi culpa es atroz! Su hedor sube al cielo llevando consigo la maldiciĂłn más terrible: La muerte de un hermano. No puedo recogerme a orar, por más que eficazmente lo procuro. Olvida, Señor, olvida el terrible homicidio que cometĂ­...¡Ah! Que será imposible mientras viva poseyendo los objetos que me determinaron a la maldad, mi corona, mi esposa... ¿podrá merecerse el perdĂłn cuando la ofensa existe? En este mundo estragado sucede con frecuencia que la mano delincuente, derramando el oro, aleja la justicia y corrompe con dádivas la integridad de las leyes; no asĂ­ en el cielo, pues allĂ­ no hay engaños. Luego en la escena XX1V el rey Claudio dice: "Mis palabras suben al cielo, mis afectos quedan en la tierra (se levanta con agitaciĂłn), palabras sin afectos nunca llegan a los oĂ­dos de Dios".

En la Biblia se narran muchos casos de discordia entre hermanos.

Este rey tenía que sentirse angustiado, debido a que su oración no podía tener un poder catártico que le calmase, porque él no estaba dispuesto a renunciar a aquello por lo que se había convertido en homicida de su hermano, como eran su corona y su escultural esposa (que ya sabemos que se la arrebató a su hermano).

En otro libro de Shakespeare titulado: “El rey Lear”, la discordia entre hermanos por una herencia, no ocurre entre varones, sino entre tres hermanas. Sin embargo, eso lo veremos en una publicaciĂłn futura.

En la Biblia tenemos muchos casos de discordia entre hermanos. Por razones de espacio solo veremos algunos y lo haremos de manera breve. Por ejemplo, hasta los ateos irreductibles, y los legos en asuntos bíblicos han oído hablar de que Caín mató a su hermano Abel. La motivación de Caín para caer en ese homicidio no fue por asuntos de herencia, sino porque se sintió menospreciado por YHAVÉ, y la ira se apoderó de él. Por cosas como esas veamos lo que nos dice Séneca en sus Obras Morales, sobre la primera: "Todas las otras pasiones admiten alguna demora y sanar más tarde, pero la violencia de esta, como incitada y arrastrada por sí propia no va lentamente, sino que al nacer lleva toda su intensidad. Los otros vicios impelen al espíritu. La cólera lo precipita...Las otras pasiones alteran la razón, esta es verdadera enfermedad. Poco le hace el motivo que le ha dado nacimiento, pues que los más leves conducen a los mayores excesos".

Otro caso de discordia entre hermanos es el de EsaĂş y Jacob. Y de esto, sacerdotes, pastores y predicadores laicos han hablado hasta la saciedad durante siglos de que la motivaciĂłn de ese conflicto fue básicamente por lo de la primogenitura. Lo que deja evidenciado claramente que son unos legos en los asuntos bĂ­blicos, y que saben muy poco de psicologĂ­a profunda, aunque muchos puedan tener tĂ­tulos de salud mental, eso no garantiza que quien los posea sea un experto en psicopatologĂ­a. En realidad es el mismo EsaĂş con sus palabras y su conducta quien demuestra que para Ă©l la primogenitura tenĂ­a muy poco valor. Veamos sus palabras: "He aquĂ­ yo me voy a morir, ¿para quĂ©, pues, me servirá la primogenitura?". Y en el versĂ­culo 34 se hace el comentario siguiente: "AsĂ­ menospreciĂł EsaĂş la primogenitura". (GĂ©nesis 25:32-34). Ciertamente el motivo por el cual EsaĂş aborrecĂ­a a Jacob era porque Ă©ste era el claro favorito de su madre, porque EsaĂş era un tipo rudo, tosco, y poco afectivo, que se dedicaba a la caza de animales silvestres. Mientras Jacob era apacible, de trato amable y además era experto cocinero y ayudaba a su madre en las labores del hogar.

Es cierto que Esaú hizo una crisis aspaventosa por lo de la primogenitura, e incluso dijo lo siguiente: "Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob" (Génesis 27:41). En realidad eso tan solo fue una crisis histeroide, cargada de fanfarronería, por dos motivos principales: 1- Se sintió derrotado por quién él consideraba un pelele. Y 2- Sabía que su madre había participado apoyando en todo a Jacob para confundir a su padre Isaac. Y no era más que fanfarronería de Esaú, porque no hizo nada en esos momentos, ni tampoco tiempo después cuando se encontraron y reconciliaron.

Ahora bien, este caso de Esaú y Jacob nos deja como lección que la preferencia exagerada de uno de los progenitores, puede provocar discordia entre hermanos y que en la medida de lo posible eso debe ser manejado de una manera más sensata.

Al inicio expresamos que la causa más conocida de discordia entre hermanos se origina por los conflictos que puede ocasionar una herencia. Y así, por ejemplo, prácticamente todo nuestro país se ha enterado de los pleitos de una familia muy conocida, por ser el progenitor masculino fallecido, una persona admirada, respetada y amada por nuestros compatriotas. Lo que resulta llamativo para la mayoría de las personas que le han dado seguimiento a ese caso, es que, aunque desde el punto de vista legal ya está resuelto, de acuerdo con lo que la ley establece, de 50% para la viuda y el otro 50% para los hijos. Y como son cinco, cada hijo recibió el 10% que le correspondía. Sin embargo, afectivamente, no tiene esa historia un final feliz, debido a que uno de los hijos mantiene una conducta con marcada hipersensibilidad que impide la reconciliación que por ejemplo tuvieron Esaú y Jacob. Y eso lamentablemente es así, por lo que ya aprendimos con el inigualable maestro Séneca que: "Cuando existe la cólera, ira, poco le hace el motivo que le ha dado nacimiento, pues que los más leves conducen a los mayores excesos".

En conclusiĂłn, es sumamente penoso que por motivos baladĂ­es se tengan conductas irracionales, que incluso en muchos casos terminan en tragedias. Y que sea mayor el deseo de humillar –dominar- a sus hermanos, que recibir un poco más de dinero. Y lo más triste de todo esto es reconocer con impotencia que esas tragedias seguirán ocurriendo a nivel mundial, debido a que el afecto puro entre hermanos se ha debilitado. Las personas actualmente se valoran más por las cosas materiales que pudiesen tener.

Ojalá que usted pueda decirse con sinceridad, como está en la Biblia: "Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto". Salmo 4:7.

El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército

No hay comentarios

Con la tecnologĂ­a de Blogger.