El icĂłnico negocio “La Cafetera”, ubicado en la calle El Conde de la Ciudad Colonial o Zona Colonial, como suelen llamarle más a menudo, cerrĂł sus puertas luego de 92 años de operaciĂłn.
El establecimiento tiene un significado especial, ya que por casi un siglo fue punto de encuentro de polĂticos, mĂşsicos, escritores, pintores, intelectuales y otras personalidades, quienes tenĂan allĂ amenas tertulias sobre el acontecer literario y cultural nacional e internacional.
El local donde funcionaba ya mostraba un evidente deterioro, el mismo que se observa en otros inmuebles de la adoquinada calle colonial, sumida en un descuido que la convierte actualmente en poco atractiva para los capitaleños.
El cierre de La Cafetera es la misma suerte que han corrido cerca de una veintena de establecimientos comerciales de esa zona, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco, el 8 de diciembre de 1990, bajo el nombre de Ciudad Colonial de Santo Domingo.
Y el recorrido no pudo ser más desalentador, porque la vibrante, bulliciosa y emblemática calle, no solo lucĂa casi desolada, sino que pude comprobar que otros negocios, al igual que La Cafetera, han cerrado sus puertas debido al descuido y la desatenciĂłn de ese importante atractivo turĂstico.
Los negocios abiertos, a media mañana tenĂan pocos clientes, algunos ninguno. El parque ColĂłn, punto de encuentro para amenas conversaciones y alimentar con maĂz a las palomas que allĂ han hecho hábitat, lucĂa con la mayorĂa de sus bancos de metal vacĂos.
La idea partió 15 años antes como un conjunto de 41 proyectos de preservación y revitalización urbana, pero el gobierno y el BID decidieron darle un giro para vincularlo con la nueva visión mundial de conservación de los patrimonios.
Otro negocio con largo tiempo operando en la calle El Conde, ya tiene dos letreros de "LiquidaciĂłn total" y "Se vende-alquila".JUAN SALAZAR
Entre las novedades que Villalona me detallĂł en esa entrevista estaban convertir a la Ciudad Colonial en “Zona 30”, para que ningĂşn vehĂculo pueda circular a más de 30 de kilĂłmetros por hora por sus calles, donde los conductores se acostumbraran a la idea de desplazarse por un área con perfil europeo. CitĂł los bolardos de pequeña altura, para impedir el estacionamiento de vehĂculos en las aceras o que penetren a una zona peatonal y el servicio de “delibery” en bicicletas.
El programa contemplaba, además, “La quinta fachada” para convertir los techos de los edificios coloniales en un atractivo turĂstico, colocando allĂ flores, mesas y otros elementos decorativos, incluso camuflando los tinacos para darles otra vista.
Inmuebles de la Ciudad Colonial muestran un aspecto ruinoso.JUAN SALAZAR
Un objetivo primordial del programa era colocar a la Ciudad Colonial en capacidad de competir con los grandes “malls”, que actualmente resultan tan atractivos, especialmente para los jĂłvenes, pero que son espacios cerrados.
El programa contemplaba devolverle el protagonismo al peatĂłn con la construcciĂłn de estacionamientos pĂşblicos, para que el visitante deje su vehĂculo en esos lugares y se desplace a pie por la Ciudad Colonial.
Nuestra Ciudad Colonial requiere atender aspectos tan elementales como la falta de parqueos, baños públicos y un efectivo manejo de los desechos sólidos, que si encuentran quienes visitan las grandes plazas comerciales ubicadas en el centro de la capital.
Ahora veo que jĂłvenes emprendedores se interesan en instalar negocios en la Ciudad Colonial, pero gestionándolos de una manera diferente, con el uso incluso de las modernas tecnologĂas. Esos emprendedores necesitan el apoyo oficial para que sus sueños no terminen como La Cafetera.
La mayorĂa de los bancos del parque ColĂłn, punto de reuniĂłn para tertulias, lucĂan vacĂos al caer la mañana del pasado viernes.JUAN SALAZAR
En definitiva, hay que revitalizar el programa diseñado para revitalizar la Ciudad Colonial, y valga la redundancia, porque esa zona conserva sus estampas que la han hecho tan atractiva para los visitantes.
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