Intrant se burla de la ley ante los ojos de Abinader
La semana pasada acudĂ a una de las oficinas del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) para renovar mi licencia de conducir, que obtuve por primera vez en 1976, y descubrĂ que este paĂs es un desastre institucional.
La experiencia fue una constataciĂłn en vivo de la violaciĂłn fragrante de la ConstituciĂłn y las leyes del paĂs por esa entidad del gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) y de Luis Abinader.
Aunque el peor estilo para mĂ es escribir en primera persona, intentarĂ© darme a comprender para ver quiĂ©n responde por el desorden que impera en este paĂs.
Tengo el derecho adquirido de conducir vehĂculos de motor hace 49 años y no he estado envuelto en un solo accidente ni multas.
Cuando llegué a la oficina un joven me sometió a dos pruebas: una auditiva y otra visual.
No digo a cuál oficina fui porque no estoy buscando chivos expiatorios porque el atropello no fue personal, sino la ejecución de disposiciones arbitrarias e inconstitucionales, del señor Milton Morrisón, director del Intrant.
UsurpaciĂłn de funciones
Aunque el joven que me “examinĂł” no es otorrino ni oftalmĂłlogo, Ă©l determinĂł que yo estaba muy bien de mi audiciĂłn, pero no de la visiĂłn.
Con mis cerca de 70 años de edad, ese joven querĂa que yo tuviese la misma visiĂłn de un niño de 16 años y que fuese capaz de ver el ojo de una aguja en un campo oscuro.
Un hombre con 49 años de experiencia conduciendo sin accidentes, tiene más posibilidad de manejar prudentemente un vehĂculo que un joven de 23 años y visiĂłn 20-20. ¿QuerĂa mejor prueba fáctica?
Pero ese señor que me evaluó a mà quiere, sin ser oftalmólogo, que mi visión sea igual que la de un niño.
Con ese criterio, una joven bioanalista no pudiese ejercer su oficio porque para ver microorganismos, tiene que acudir a un microscopio.
La primera violación de la ley que comete el señor Morrisón es tener a profanos haciendo evaluaciones médicas y dando certificaciones de quién tiene buena vista y quién está ciego.
Si en este paĂs se respetara la ley, en todas las oficinas de Intrant esos exámenes los harĂan especialistas, que son los Ăşnicos que pueden decir quiĂ©n escucha y ve lo suficiente como para conducir un vehĂculo de motor.
La opción que me dieron fue acudir donde un oftalmólogo, donde pagué una consulta privada tres veces más cara que el costo de la licencia.
Cuando el especialista me vio, me examinĂł, revisĂł mis lentes correctivos, me dijo que mi condiciĂłn visual me permitĂa conducir con seguridad un vehĂculo y asĂ me extendiĂł una certificaciĂłn, que llevĂ© al Intrant para que me otorgaran la renovaciĂłn de la licencia.
Prueba para el examinador
Si el Intrant va a seguir teniendo personal que ejerce la medicina especializada de forma ilegal y con su práctica conculcar derechos adquiridos, debĂa dar varias opciones prácticas para demostrar quiĂ©n está ciego y no puede conducir.
En mi caso, me gustarĂa que el señor MorrisĂłn y el examinador que dicen que yo no veo, me den la oportunidad de probarlo colocándose a 70 metros de este ciego para yo dispararle con una pistola o a 250 metros para tirarles con un fusil.
Si sobreviven a los dos disparos, no hay duda de que estarĂa ciego y no necesito una licencia de conducir. Si los alcanzo en el centro y borde inferior del tĂłrax, ellos no tenĂan razĂłn y solo están usurpando una funciĂłn exclusiva del oftalmĂłlogo.
Hasta aquĂ está clarĂsimo que el director del Intrant es un violador de la ley a nombre del gobierno de Abinader.
AcciĂłn discriminatoria
El Intrant fue creado por la Ley 63-17, pero a pesar de que esa normativa legislativa dispone que la expediciĂłn y renovaciĂłn de licencias de conducir es por cuatro años, el señor MorrisĂłn acude a un reglamento inconstitucional que nunca se habĂa aplicado, para reducir a solo dos años la vigencia de la expediciĂłn y renovaciĂłn de la licencia para personas de 65 años en adelante.
La ley dispone que la licencia se otorga y se renueva por cuatro años, el ArtĂculo 39 de la ConstituciĂłn prohĂbe expresamente cualquier tipo de discriminaciĂłn por razones de raza, religiĂłn, edad, color, gĂ©nero o discapacidad, pero el gobierno hace lo contrario sin inmutarse.
Inicialmente el señor Morrisón estaba cobrando 1,900 pesos para dar la licencia por dos años, que es el costo para una renovación de cuatro años.
Cuando los medios de comunicaciĂłn expusieron la violaciĂłn de la ley y el trato discriminatorio y confiscatorio contra ciudadanos, en octubre pasado el presidente Luis Abinader admitiĂł pĂşblicamente que eso era ilegal y serĂa corregido en breve.
La realidad es que Morrisón se burla de la Constitución, de la misma ley que crea el Intrant y de la palabra de Abinader cuando continúa dando un trato excluyente y discriminatorio a las personas mayores de 65 años, expidiendo y renovando la licencia por solo dos años.
Estamos perdidos
El colapso de las instituciones es tan grande y generalizado que en este paĂs no hay a quiĂ©n acudir para pedir apoyo para exigir el respeto a los derechos ciudadanos.
Con lo que he expuesto aquĂ, cualquier dirigente polĂtico que se respete y aspire a posiciones pĂşblicas, deberĂa alzar su voz y movilizar a su militancia para protestar activamente contra esta arbitrariedad y esta discriminaciĂłn estatal.
Si aquĂ hubiese cortes integradas por jueces que se respetaran y no fueran tan cobardes ante el poder ejecutivo –con las excepciones que confirman la regla– yo fuera a un tribunal a exigir el respeto a mis derechos y al de mis iguales.
Pero aquĂ y ahora eso serĂa perder el tiempo. La mayorĂa de los jueces están ahĂ para recibir Ăłrdenes del gobierno a travĂ©s del ministerio pĂşblico y no tienen pecho para cumplir con sus responsabilidades.
Este es un paĂs perdido y quien crea lo contrario, que siga echando raĂces aquĂ, que invierta dinero familiar y siga a merced de mafiosos y lĂşmpenes que no respetan y mucho menos se respetan.



Escribe un comentario