El silencio de los culpables


Por Juan Salazar 

 “El silencio de los corderos” o “El silencio de los inocentes” es una pelĂ­cula de suspenso y terror psicolĂłgico, estrenada el 14 de febrero de 1991, basada en la novela del escritor estadounidense Thomas Harris, publicada en 1988.

La pelĂ­cula, dirigida por Jonathan Demme y con guion de Ted Tally, está protagonizada por la actriz Jodie Foster en el papel de Clarice Starling, una joven estudiante y agente practicante del FBI asignada al caso del misterioso asesino “Buffalo Bill”, un psicĂłpata que arranca la piel de sus vĂ­ctimas despuĂ©s de matarlas.

Para atrapar a "Buffalo Bill", Clarice recurre al asesoramiento de Hannibal Lecter, un brillante psiquiatra encarcelado, también asesino en serie y practicante del canibalismo, personificado por el actor Anthony Hopkins.

En la 64.ª edición de los premios Óscar el filme ganó las estatuillas a mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actriz y mejor guion adaptado. Es la única película de terror que ha ganado este codiciado premio de la industria del cine.

¿Por quĂ© el tĂ­tulo del libro y la pelĂ­cula? Hace referencia a un recuerdo traumático de la infancia de Clarice Starling y, segĂşn los crĂ­ticos de cine, funciona como una metáfora central en la historia.

Durante un encuentro con Hannibal Lecter, ella le confiesa un episodio que vivió cuando tenía 10 años que la ha marcado: Tras la muerte de su padre se fue a vivir a una granja de su tío, donde una noche se despertó angustiada por los gritos desesperados de corderos que estaban siendo sacrificados.

Hannibal Lecter, un brillante psiquiatra encarcelado, asesino en serie y practicante del canibalismo, fue personificado por el actor Anthony Hopkins.

Clarice intentĂł salvar a uno, pero fue descubierta. De ahĂ­ que esos corderos eran asociados por ella a las vĂ­ctimas inocentes que “Buffalo Bill” desollaba despuĂ©s de asesinarlas. PensĂł que, si lograba salvar a la Ăşltima rehĂ©n del asesino en serie, podĂ­a liberarse de ese pasado traumático con los corderos.

Con los recientes ataques a “narcolanchas” en el Caribe iniciados a principios de septiembre por el gobierno de Estados Unidos y la operaciĂłn policial “letal” de la policĂ­a brasileña, la semana pasada en RĂ­o de Janeiro, pensĂ© en esa pelĂ­cula, no por los narcos y delincuentes, sino por los inocentes, las vĂ­ctimas del llamado “daño colateral”, tan frecuente en estas acometidas contra el crimen organizado.

Los ataques contra embarcaciones supuestamente dedicadas al narcotráfico en el Caribe y el Pacífico oriental, ya han dejado al menos 62 muertos y 14 barcos destruidos. Gobiernos sudamericanos han dicho que algunas de las víctimas eran pescadores y defensores de los derechos humanos consideran que esas muertes constituyen ejecuciones extrajudiciales, incluso si se trata de narcotraficantes probados.

Una de esas 62 víctimas fue el trinitense Rishi Samaroo, de 41 años, cuyos familiares dijeron que era pescador y no un traficante de drogas. Su hermana Sunita Korasingh declaró a la agencia AFP que "era una persona amorosa, amable, cariñosa y generosa".

Iguales aprehensiones han sido expuestas en materia de derechos humanos por la operación en Río, en un intento del gobierno de Lula da Silva por replicar en su territorio el modelo anticrimen del presidente salvadoreño Nayib Bukele, quien también ha sido criticado por encerrar a personas sin ninguna vinculación con las pandillas.

El pasado martes fuerzas navales de México lograron rescatar a una persona que sobrevivió a un ataque ordenado por Estados Unidos contra una embarcación, hecho en que murieron 14 tripulantes.

TambiĂ©n el pasado jueves rescataron a 28 adolescentes, de entre 14 y 17 años de edad, de un barco al norte de Sinaloa. La embarcaciĂłn estaba cerca del puerto de La Paz, en Baja California, y pretendĂ­a cruzar el Golfo de California con los adolescentes a bordo. Solo imagĂ­nense que esa embarcaciĂłn hubiera sido atacada como parte de los operativos contra “narcolanchas”.

El gobierno mexicano explicĂł que intervino bajo el compromiso del Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en la Mar (SOLAS), adoptado el 1 de noviembre de 1974 para garantizar la seguridad de los buques mercantes, y cuya primera versiĂłn fue aprobada en 1914, tras el desastre del Titanic.

Estamos de acuerdo con la polĂ­tica de mano dura contra la delincuencia en la regiĂłn, pero siempre sin los excesos amparados en la expresiĂłn maquiavĂ©lica de que “el fin justifica los medios”.

Si México pudo realizar esas operaciones marítimas, sin víctimas, mucho más Estados Unidos que posee una mayor capacidad operativa. A la lucha contra el crimen organizado incluso le conviene atrapar a narcotraficantes con vida, porque permitiría identificar el destino de los estupefacientes incautados y posibles cabecillas.

Una lucha anticrimen con rigor, pero observando el debido proceso, evitarĂ­a que en el camino caigan inocentes.

En el plano local vimos el caso, el pasado miércoles, de una niña de apenas nueve años, víctima de un tiroteo ocurrido en el sector Capotillo de la capital, quien según el diagnóstico inicial podría no volver a caminar, debido a que el disparo le afectó la columna vertebral.

Eso fue durante una riña entre dos individuos. ¿Cuáles podrĂ­an ser las consecuencias en cualquier barrio del paĂ­s de un intenso tiroteo entre fuerzas policiales y criminales, al estilo de lo que ocurriĂł en RĂ­o de Janeiro? La labor de inteligencia siempre será preferible a la fuerza bruta, para minimizar el daño a vĂ­ctimas inocentes.

La OrganizaciĂłn de las Naciones Unidas (ONU) se declarĂł “horrorizada” por la operaciĂłn en RĂ­o de Janeiro, pero sobre el operativo antidrogas en el Caribe ha guardado silencio. La OrganizaciĂłn de Estados Americanos (OEA) no ha dicho nada en ambos casos.

Una Clarice Starling, tambiĂ©n horrorizada, intentĂł salvar aquella noche a tan solo uno de los corderos que eran degollados. No pudo lograrlo y viviĂł con ese trauma hasta que logrĂł atrapar a “Buffalo Bill” y salvar a la Ăşltima rehĂ©n inocente que tenĂ­a secuestrada.

Si inocentes han caĂ­do en las operaciones de RĂ­o y en el Caribe, ya no pueden levantar sus voces para defenderse. Fueron condenados al “silencio de los inocentes”. Pero quienes callan en caso de que asĂ­ haya sido, incurren por omisiĂłn en el “silencio de los culpables”.

Pero es muy probable que esos culpables por inacciĂłn ni siquiera se inquieten, contrario a Clarice, quien admitiĂł ante Hannibal que tenĂ­a constantes pesadillas y se despertaba frecuentemente con chillidos de corderos.

Ella buscaba salvar de las manos de “Buffalo Bill” a tantas vĂ­ctimas inocentes e indefensas, con la esperanza de silenciar a los corderos que la atormentan.

Una vĂ­ctima inocente puede afligir a una familia para toda la vida.

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