Adversario

 


Por Felipe Román 

Apreciado lector, el término adversario designa a una persona, grupo o fuerza que se opone a otra, movido por intereses, ideas o motivaciones distintas. A veces la rivalidad es meramente deportiva, como la apasionante Serie Mundial que recientemente enfrentó a Dodgers y Toronto, y que tanto disfrutamos los amantes del béisbol.

En otros casos, el adversario aparece en el terreno polĂ­tico. AsĂ­ ocurriĂł en la contienda electoral argentina del pasado octubre, donde incluso el presidente Donald Trump dudaba de que Javier Milei pudiera imponerse. Se cuenta que en su visita a la Casa Blanca, Trump le dijo algo parecido a esto: “La ayuda que prometo para el pueblo argentino depende de que seas tĂş quien gane las elecciones”. Esa crudeza respondĂ­a a que, pocos dĂ­as antes —en septiembre—, el peronismo liderado por la expresidente Cristina Fernández, habĂ­a derrotado al partido de Milei en la ciudad de Buenos Aires. Aun asĂ­, Milei logrĂł salir victorioso en las legislativas.

En la guerra, el adversario es, por definición, el enemigo. Pero conviene recordar que, en ocasiones, un país puede ser escogido como adversario por razones que van más allá del conflicto inmediato. Un ejemplo histórico es la invasión alemana a Polonia el 1 de septiembre de 1939. Hitler no escogió a Polonia por su importancia estratégica, sino porque representaba un termómetro: quería medir si Europa reaccionaría con firmeza o permanecería pasiva ante la agresión. Como la respuesta fue diplomáticamente tibia, al año siguiente ordenó la invasión de Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo, en una escalada que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial.

Alemania no perdió la guerra únicamente por la entrada de Estados Unidos tras el ataque japonés a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. La derrota se gestó, sobre todo, en dos errores estratégicos de Hitler:

1. La operaciĂłn Barbarroja, la fallida invasiĂłn a la UniĂłn SoviĂ©tica en junio de 1941, donde sufriĂł su primera gran derrota en Leningrado. A partir de allĂ­, como dice la conocida canciĂłn de Manuel Alejandro y Ana Magdalena, y popularizada por el cantante mejicano Emmanuel en su álbum “ĂŤntimamente”, en 1980, “todo se derrumbĂł”.

2. ⁠Declarar la guerra a Estados Unidos el 11 de diciembre de ese mismo año, cuatro dĂ­as despuĂ©s del ataque a Pearl Harbor.

Hoy observamos con asombro que el presidente Trump ha escogido como adversario dĂ©bil a Venezuela, no porque el paĂ­s sea en sĂ­ su objetivo principal, sino como una nueva forma de “termĂłmetro” para ver cĂłmo reaccionan, especialmente, Rusia y China.

Hoy observamos con asombro que el presidente Trump ha escogido como adversario débil a Venezuela.

Hoy observamos con asombro que el presidente Trump ha escogido como adversario débil a Venezuela.AGENCIAS/

A esto se suma algo fundamental: los bloqueos y presiones econĂłmicas contra Rusia están Ă­ntimamente vinculados a la enorme deuda pĂşblica estadounidense, que alcanzaba los 38 billones de dĂłlares en octubre de 2025, segĂşn datos del Departamento del Tesoro. Muchos no perciben que Estados Unidos ha sido uno de los grandes beneficiados econĂłmicamente por la guerra en Ucrania. Europa dejĂł de comprar el gas y el petrĂłleo baratos de Rusia y pasĂł a adquirirlos —a precios mucho más altos— a Estados Unidos. Además, por temor a una posible invasiĂłn rusa, Europa incrementĂł sus compras de armamento estadounidense.

Aun asĂ­, la deuda norteamericana continĂşa prácticamente inalterada. Por eso, convertir a Venezuela en adversario polĂ­tico facilitarĂ­a —en caso de un cambio de gobierno— un escenario “dulce” para los intereses econĂłmicos estadounidenses.

Ahora bien, el término adversario no es nuevo. En la Biblia se utiliza como sinónimo de Belcebú, Satanás o el Diablo:

“Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario, el diablo, como leĂłn rugiente, anda buscando a quiĂ©n devorar”. (1 Pedro 5:8)

También fueron adversarios de Jesucristo los publicanos, fariseos, saduceos y escribas.

—Los publicanos, porque siendo israelitas trabajaban como cobradores de impuestos para Roma y, además, tenĂ­an fama de corruptos.

—Los fariseos, saduceos y escribas, por la interpretaciĂłn que JesĂşs hacĂ­a de la Ley mosaica, diferente a la tradiciĂłn que ellos defendĂ­an.

San AgustĂ­n nos recuerda en Las Confesiones que toda conducta humana, por extraña o irracional que parezca, responde siempre a motivaciones profundas. Esa reflexiĂłn ilumina la postura del escritor y filĂłsofo Friedrich Nietzsche (1844–1900), quizá el adversario intelectual más radical contra YahvĂ© y Jesucristo.

En AsĂ­ hablĂł Zaratustra, Nietzsche pone en boca del santo que habita en el bosque una visiĂłn profundamente distinta del Dios bĂ­blico. "¿Y quĂ© hace el santo en el bosque?, preguntĂł Zaratustra. El santo respondiĂł: Hago canciones y las canto, y al hacerlas, rĂ­o, lloro y gruño. AsĂ­ alabo a Dios. Cantando, llorando, riendo y gruñendo. Alabo al Dios que es mi Dios, mas, ¿quĂ© regalo es el que tĂş nos trae? Cuando Zaratustra hubo oĂ­do estas palabras, saludĂł al santo y dijo: ¡QuĂ© podrĂ­a yo daros a vosotros! ¡Pero dejadme irme aprisa para que no os quite nada". Y asĂ­ se separaron, el anciano y el hombre, riendo como rĂ­en los niños, mas, cuando Zaratustra estuvo solo, hablĂł asĂ­ a su corazĂłn: ¡Será posible! ¡este viejo santo en su bosque no ha oĂ­do todavĂ­a nada de que Dios ha muerto". AllĂ­ Nietzsche “mata” a YahvĂ©.

En su libro titulado El Anticristo, vuelve a la carga, afirmando: “Al cristianismo se lo llama religiĂłn de la compasiĂłn; la compasiĂłn es antitĂ©tica de los efectos tonificantes, que elevan la energĂ­a del sentimiento vital: produce un efecto depresivo".

Debemos aclarar que los cristianos si somos capaces de sentir compasiĂłn por el mal que padece alguna persona, o todo un paĂ­s que ha sufrido una catástrofe, pero no profesamos una religiĂłn de la compasiĂłn, sino del amor. La compasiĂłn puede entristecer, sĂ­; pero el amor —que mueve a socorrer, como lo hicimos los dominicanos ante el terremoto de HaitĂ­ en enero de 2010— es profundamente vital, energizante y contrario a cualquier forma de depresiĂłn moral. Nietzsche, por tanto, confunde la emociĂłn con la esencia.

Conclusión: En la vida, cualquiera puede elegirnos como su adversario por razones visibles u ocultas. Ante eso, debemos discernir si conviene defendernos de inmediato o posponer el enfrentamiento hasta un momento más favorable. Jesucristo lo expresó con precisión estratégica:

“O ¿QuĂ© rey, antes de salir contra otro rey, no se sienta a deliberar si con diez mil puede salir al paso del que viene contra Ă©l con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavĂ­a lejos, envĂ­a una embajada para pedir condiciones de paz”. (Lucas 14:31–32, Biblia de JerusalĂ©n Latinoamericana).

P. D. Ojalá el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, lea estos versículos y reflexione.

El autor es psiquiatra y general (R) del Ejército

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